" Las Siete Trompetas del Apocalipsis "
De 15 setembro a 18 de Outubro08 estará patente na Sargadelos – GaleriaGalicia, sita na rua do Alcaide 30 – Braga, uma Exposição, de 10 quadros em Esmalte Tabicado sobre Cobre, da artista de Vigo/Galiza, Xulia Miranda Bonet.
Xulia Miranda Bonet, é uma artista da Galiza nascida na cidade de Vigo. É licenciada em Belas Artes - especializando-se na área de Desenho e Audiovisuais - pela Faculdade de Belas Artes de Pontevedra (1992-1997)
A sua criação de Esmaltes Tabicados (Cloisone) é a consequência da sua formação adquirida em Tiblisi por um reconhecido artista Georgiano, Zaza Lodia.
" Série “ Apocalipsis “
El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se habían vuelto amargas.
(Apoc. 8, 10 - 11)
El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se habían vuelto amargas.
(Apoc. 8, 10 - 11)
En ruso, “ajenjo” se dice chernobil. Y como ésta misma, la historia de nuestro tiempo y el Apocalipsis están plagados de inquietantes coincidencias. Esto tuvo especial ocasión de comprobarlo Julia Miranda durante su estancia en la república caucásica de Georgia (año 2000). En este país, el sentido bíblico y religioso de las gentes va acorde con la tradición, enraizando en la cultura y las artes hasta obtener productos que emanan entidad propia. Tal vez porque, durante el período soviético, desastres como el citado dieron nuevo sentido a las palabras del último de los libros de la Biblia. Y en esta nueva etapa de camino independiente, en el que las personas se sienten más libres aunque más pobres, han recuperado la tradición cristiana como un signo de su identidad cultural particular.
Georgia es un país cristiano ortodoxo, con un respetado patriarca propio. Florecen en ella las artes, desde la música hasta la pintura. No sólo en la literatura, sino en su visión de la vida misma, el pueblo exterioriza un gran sentido poético. Hacia donde volvamos la mirada, se nos muestra el románico: en sus iconos, en las ilustraciones de los libros, en las miniaturas, en los grandes frescos, en la arquitectura. El esmalte sobre cobre, plata u oro, es allí una venerada técnica milenaria, legado de varios cientos de años bajo la tutela bizantina. De hecho, la colección de esmaltes medievales del Museo Nacional de Bellas Artes de Georgia, está considerada como una de las más ricas del mundo, y cuenta entre sus muestras con algunas de las más raras piezas de esta compleja y refinada modalidad. Los georgianos nunca han dejado de considerar al esmalte, además de la difícil y costosa labor de artesanía que es, como un auténtico medio de expresión artística. Una pléyade de grandes artífices se esfuerzan por perpetuarlo como el gran medio de expresión que el dominio de sus complicadas y laboriosas técnicas, además de la belleza y posibilidades de sus resultados, merecen. Algunos nombres, son: Soso Alavidze, Goga Kupradze, Irakli Megrelishvili, Tea Gurgenidze, Paata Paatashvili, Zaza Lodia… En concreto este último, es uno de los más interesantes, tal vez el más renombrado en Georgia, y se cita entre los más importantes dentro de los países que conformaban la antigua Unión Soviética. Él personalmente instruyó a Julia Miranda en la técnica del “tabicado”, parecida a la que los franceses conocen como “cloisonné”, y en el concepto de su uso no como un método para obtener simples productos de joyería, sino para construir cuadros que verdaderamente comuniquen sentimientos o mensajes al observador.
Con el ánimo de conjugar todas las impresiones que le causaba lo dicho, Julia Miranda se preocupó, en primer lugar, por la tradición literaria y mitológica de Georgia. Posteriormente ha estudiado las miniaturas románicas, las esculturas que aparecen en la arquitectura (capiteles, tímpanos…), la simbología medieval, y los textos del Apocalipsis. El esmalte sobre metal es el medio de expresión ideal para materializar los resultados. Su misterioso e intenso brillo de piedra preciosa, recuerda a agua transparente que deja ver a su través los fondos de diversos colores. Al mismo tiempo, la pureza de éstos, la imposibilidad de mezclarlos y la demarcación definida de los hilos metálicos que separan las áreas (tabiques), inmersos en el vidrio fundido, contribuyen a fomentar esa sensación de primitivismo espontáneo y misterioso. Cada pieza de las resultantes es producto de una gran cantidad de horas de trabajo, pero creemos que ha merecido la pena.
José Benito Freijanes Martínez
Ex lector de Lengua y Cultura Hispana en la Universidad Ilia Chavchavadze de Tbilisi (Georgia).